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2019
Poema para la obra escultórica del artista Didi de Diego. Inaugurada en la Jan Royce Gallery de Valencia.

Una inmensidad de sangre derramada.

Por el Cuerpo,

la carne,

por el Alma,

el origen.

 

Probablemente los veas como animales, bestias salvajes. Y solo veas la piel, su músculo, la carne. Y el Alma, el interior. Donde permanecen sus entrañas. El origen de

su declive

y su voluntad

pecadora.

 

Tienen corazón. Y no sienten ni culpa ni castigo.

Se devoran entre ellos. El Alma, el interior. Donde permanecen sus riquezas, sus esencias. Son crueles y hasta caníbales. Y no sienten ni culpa ni castigo.

«¿Y quién no tiene un corazón?

Quien no tiene corazón no peca.»

 

Una inmensidad de sangre derramada, en ceremonias adorables. En la opacidad general de los seres pensantes. En la intemporalidad. En la falsa armonía de las campanas.

Por el Cuerpo,

la carne, 

por el Alma,

el origen;

de los que han pecado

a su declive y

a su voluntad.

 

Nunca entenderán lo seres pensantes y sin corazón y sin debilidad.

«¿Y quién no tiene una debilidad?

Quien no tiene debilidad no vive.»

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